Desde mediados del siglo XX la Zona Rosa se ha consolidado como un territorio importante para las disidencias sexo-genéricas de la Ciudad de México gracias al ambiente de tolerancia y permisividad de actividades en sus espacios públicos y negocios (Islas Vela, 2015). Sin embargo, mientras que la oferta de ocio y entretenimiento para varones gays en la ciudad se extiende a lugares especializados en las distintas subculturas de hombres gays (San Martín Córdova, 2010), la oferta para mujeres lesbianas se limita a algunos bares y días “lésbicos”.
Las dinámicas socioespaciales llevadas a cabo por mujeres lesbianas han sido objeto de estudio para la geografía queer desde la década de los noventa. Distintos autores han explicado su poca visibilidad en los barrios gays anglosajones a partir de las diferentes formas de opresión que experimentan hombres y mujeres homosexuales (Browne y Ferreira, 2018).
Históricamente las mujeres han estado confinadas a los espacios privados y se les ha prohibido la expresión de su sexualidad. El tener una identidad sexual disidente orilla a las mujeres a regular demostraciones afectivas entre ellas en el espacio público como besarse, abrazarse o ir tomadas de la mano.
Respecto al reducido número de lugares de ocio y socialización exclusivamente lésbicos, Wolfe (1992), citada por Rothenberg (1995: 152) afirma:
La escena lésbica de las ciudades está más invisibilizada que su contraparte homosexual debido a la brecha salarial entre hombres y mujeres. Es decir, las lesbianas tienen menos oportunidades de poseer, dirigir y administrar empresas orientadas a un público lésbico. Además, cultural e históricamente, espacios públicos y semipúblicos como bares y cantinas han sido dominados por hombres.
A pesar de que la mayoría de los lugares de ocio y socialización homosexual se anuncien como espacios para hombres gays y mujeres lesbianas, ellas prefieren congregarse en espacios exclusivos para mujeres como una estrategia contra la misoginia, la lesbofobia y la homofobia. Por lo que, más que dedicados al ocio y encuentro sexual, sus espacios tienden a estar orientados a la acción política feminista y antipatriarcal.
Por ejemplo, Mendoza Cerda (2017) realizó una investigación de un grupo de mujeres lesbianas en Ciudad Nezahualcóyotl donde encontró que, ante el rechazo y el aislamiento social causado por la homofobia en un entorno no permisivo con las disidencias sexuales, las redes de apoyo y grupos de lesbianas cobran relevancia al fortalecer su identidad, generar un sentimiento de complicidad y brindar apoyo emocional. Particularmente en este caso de estudio, el congregarse en ciertos espacios constituye más que un medio de diversión para ellas.
La organización social patriarcal también condiciona las dinámicas de las identidades sexuales disidentes en el espacio. En ese sentido, resulta imprescindible entender cómo operan las intersecciones de género y orientación sexual en las identidades lésbicas para explicar su invisibilización en el espacio público. Asimismo, es necesario seguir realizando investigaciones que aborden sus dinámicas socioespaciales y procesos identitarios en el contexto de las ciudades latinoamericanas.
Bibliografía:
Browne, K. y Ferreira, E. (2018). Introduction to Lesbian Geographies. En K. Browne y E, Ferreira (Eds.), Lesbian geographies: Gender, place and power. Routledge.
Islas Vela, D. R. (2015). Zona Rosa: El territorio queer de la Ciudad de México. El consumo de la disidencia, identidades, cuerpos y habitares. Revista Latinoamericana de Geografía y Género, 6(2), pp. 192-212.
Mendoza Cerda, V. A. (2017). La construcción de microterritorialidades de la homosocialización de un grupo de mujeres jóvenes lesbianas en Ciudad Nezahualcóyotl (Tesis de licenciatura en geografía). Universidad Autónoma Metropolitana: División de Ciencias Sociales y Humanidades.
Rothenberg, T. (1995). And she told two friends: Lesbians creating urban social space. En D. Bell y G. Valentine (Eds.), Mapping desire: Geographies of sexualities (pp. 150-165). Routledge.
San Martín Córdova, I. (2010). Visibilidad de la comunidad gay y lésbica en el espacio público de la Ciudad de México: la Zona Rosa.