Nada que limpiar

Ante los sucesos que pusieron el tema del comercio ambulante en el centro de la discusión, muchos nos cuestionamos por qué los gobiernos deciden actuar tajantemente contra quienes intentan sobrevivir en medio de una crisis sanitaria y económica.

Comerciantes de la Ciudad de México se movilizan en defensa del comercio en la vía pública en la Alcaldía Miguel Hidalgo. Foto: Mario Jasso, Cuartoscuro.

Durante las ultimas semanas en redes sociales hemos visto la violencia hacia comerciantes ambulantes de la Ciudad de México. El 15 de agosto Hegel Cortés, Director General de Gobierno y Asuntos Jurídicos de la Alcaldía Miguel Hidalgo, expresó mediante un tuit que su alcaldía había retirado 140 triciclos de las colonias Polanco y Granadas para su posterior destrucción.

El 20 y 21 de agosto, se hicieron virales los casos de Marven, conocida como Lady Tacos de Canasta y el de una mujer yerbera a quienes se les retiraron del lugar donde vendían en el Centro Histórico de la ciudad. Recientemente, el 3 de septiembre a integrantes del colectivo Mujeres de la tierra se les retiro la mercancía que estaban entregando en la estación del metro Polanco.

Ante estos sucesos que pusieron el tema del comercio ambulante en el centro de la discusión, muchos nos cuestionamos por qué los gobiernos deciden actuar tajantemente contra quienes intentan sobrevivir en medio de una crisis sanitaria y económica.

El comercio ambulante es el sustento de muchas personas que diariamente se trasladan desde la periferia de la zona metropolitana o colonias populares y para quienes vender significa una forma de vivir y hacer economía, pero también significa tener que pagar sobornos, resistir la persecución de la policía y soportar la desaprobación de vecinos residentes de las colonias que concentran un mercado para la venta de sus productos.

La pandemia de COVID-19 ha significado la estigmatización de los sectores populares que no pueden cumplir con las reglas de confinamiento (Carrión, 2020). Para las personas con trabajos informales y precarizados, las normas de protección dictadas pueden significar dejar de llevar alimento a la casa. Una contingencia o desastre no es igual para todos en la ciudad, por el contrario, exacerba las desigualdades y vulnerabilidades acumuladas.

No es casualidad que la mayoría de los casos de “limpieza” hayan sido contra mujeres comerciantes, pues la COVID-19 evidencia desiguales en el acceso a recursos materiales y simbólicos de las mujeres, la dificultad de acceder a apoyos oficiales, el aumento de la presión en las tareas de cuidado, mayores asimetrías del uso del tiempo y el incremento de violencias y feminicidios en espacios públicos y privados. (Falú, 2020)

Ser desalojado de un lugar no solo implica dejar de acceder a un espacio para vender productos y ganar dinero, también es dejar el lugar en el que las mujeres cuidan a sus hijos, donde los comerciantes se encuentran con amigxs, intercambian ideas y donde definen parte de su identidad individual y colectiva.

En la ciudad neoliberal el comercio ambulante implica ser expulsado a lugares invisibles o vigilados para dar paso a la ciudad como espacio de consumo e inversión privada. Las políticas urbanas determinan para quiénes se hace ciudad y quiénes pueden decidir sobre ella. Así, en los últimos años, muchas de las intervenciones y rescates de espacios públicos han priorizado procesos estéticos de renovación que apoyan la inversión con el objetivo de captar capital nacional y global (Crossa, 2013).

A partir de esta pandemia el discurso del rescate del espacio público que expulsa a ciertas personas se va a fortalecer y legitimar con principios urbanísticos higienistas y de disciplinamiento espacial, pues tal como ha declarado Claudia Sheinbaum, el retiro de comerciantes responde a una búsqueda de mantener orden en el Centro Histórico. La garantía de respetar y salvaguardar la integridad de lxs comerciantes en vulnerabilidad, así como su sustento económico, se ve rebasada por una estrategia inequitativa y con soluciones parciales a corto plazo.

Los casos mencionados son casos individuales que se han viralizado y que, gracias a la presión en redes sociales, se han “resuelto” de alguna manera. Pero no hay que perder de vista que estas violencias, expulsiones y despojos existen desde antes de la emergencia sanitaria y tienden a actuar más de manera colectiva. 

Muchas de las medidas de prevención están vinculadas con aspectos urbanos o espaciales y es necesario reflexionar cómo podemos pensar en políticas que pongan atención en las desigualdades, diversidades e intersecciones y crear un modelo de ciudad que apunte a garantizar el derecho a la ciudad, construir una ciudad saludable y con la inclusión de múltiples actores. 


Bibliografía

Animal Político. (2020). Policías agreden a adulta mayor que vendía yerbas en el centro de CDMX. Recuperado el 12 de septiembre de 2020 de https://www.animalpolitico.com/2020/08/policias-agreden-a-vendedora-adulta-mayor-en-el-centro-de-cdmx/

Animal Político. (2020). “No somos delincuentes”: Mujeres denuncian a policías por quitarles tlacoyos que venderían en metro Polanco. Recuperado el 12 de septiembre de 2020 de https://www.animalpolitico.com/2020/09/mujeres-policias-quitan-tlavoyos-metro-polanco/

Carrión, Fernando. [Canal Instituto de Investigaciones Sociales]. (2020). La ciudad y el espacio público en tiempos de COVID-19 [Archivo de video]. Recuperado de https://youtu.be/88MhQIt1JXc

Crossa, Verónica. (2013). Defendiendo los espacios públicos del Centro Histórico de Coyoacán. Alteridades, (23), 39-51.

Falú, Ana. (2020). La vida de las mujeres en confinamiento en las ciudades fragmentadas. Un análisis feminista de los temas críticos. Astrolabio, (25), 22-45.